Historia de Catamayo

Historia de Catamayo




El nombre de Catamayo se deriva del dialecto paltense, formado por dos voces: “Catay” que significa “aquí” y “mayu” que significa “río”. Uniendo estos vocablos se obtiene “aquí el gran río” cuyo nombre fue dado por los españoles. De acuerdo a las recientes investigaciones los primeros asentamientos que se registran en el valle de Catamayo se remontan al periodo formativo, y a lo largo de por lo menos 1.700 años durante este periodo, el valle fue ocupado sucesivamente por cuatro grupos distintos, que tenían influencia de los cuatro costados: de la Amazonía, la Costa, la Sierra Norte y de las culturas de la Costa Peruana, es decir, como lo destaca Galo Ramón, la zona fue un sitio de encuentro, un “chaupi” de las culturas circundantes (Ramón, 2008).
Entre los 700 y 1450 dC, el valle de Catamayo pierde cierta importancia, puesto que, en ese período, los núcleos de los señoríos étnicos de la región prefieren las zonas altas, seguramente, por razones estratégicas de defensa, por razones de salubridad y porque comenzaron a manejar técnicas de laboreo de nichos escarpados.
El río Catamayo y su valle, aparecen como un espacio de frontera entre los señoríos Calvas, Paltas y Malacatos. En una de sus estribaciones, cerca de la actual parroquia de El Tambo, se ubicó, el importante asentamiento de Cangochamba, famoso porque años más tarde, en agosto de 1546 el Capitán Alonso de Mercadillo creó su primera Loja, con el nombre de la Zarza (Ramón, 2008:70-72). Con la expulsión de los Jesuitas de acuerdo con el Derecho Colonial se revertieron a la Real Hacienda, las tierras que posteriormente fueron rematadas, adquiriéndolas Manuel Ignacio Carrión Valdivieso, y desde allí por derechos sucesorios heredaron luego sus descendientes. Siendo los últimos propietarios de la hacienda la familia Arias Carrión, quienes la trabajaron hasta que el Consejo Cantonal de Loja expropió en 1934 los terrenos pertenecientes a Daniel Eduardo Arias Carrión, para ubicar la población de la parroquia civil de Catamayo (Albito, 2005:41).
Se puede afirmar, desde el punto de vista etnográfico, que Catamayo engendra la aculturación y posteriormente la transculturación de costumbres y tradiciones afianzadas desde los procesos de mestizaje dados durante la época colonial; adviniendo hasta nuestros días la riqueza variada de prácticas ancestrales que son llevadas a cabo por los propios grupos sociales, y sus descendientes (Albito, 2005:76-82).
En la segunda mitad del siglo XVIII, los hacendados de La Toma logran que los traslados de la virgen del Cisne a Loja se realizaran por este camino, y no por Chuquiribamba, como normalmente se hacía. Este cambio fue muy importante para Catamayo, porque se edificó en este valle una iglesia donde pernoctaba la virgen.
Resumiendo, se puede entrever que el proceso histórico colonial de configuración territorial del cantón Catamayo, reseña inicialmente la incorporación de la zona a la encomienda, luego a numerosos estancieros, para dar paso a la conformación de grandes propiedades llamadas haciendas, las cuales fueron administradas inicialmente por el clero, pasando con el tiempo a propietarios particulares y por derechos sucesorios a sus herederos; lo que demuestra que estos bienes traen un viejo abolengo de lo que constituía antiguamente la hacienda colonial española.


Al final del período, el valle se convierte en un sitio de parada del peregrinaje de la Virgen del Cisne a Loja, iniciándose así, el asentamiento actual. Catamayo se elevó como cantón el 18 de mayo de 1981, del por disposición del señor presidente de la República Ab. Jaime Roldós Aguilera realizándose la publicación en el Registro Oficial el 22 de mayo del 1981, razón por la cual su cantonización se festeja el 22 de mayo de cada año.

No hay comentarios:

Publicar un comentario